[NOTA: 9]
Por primera vez en seis años (dejo fuera de esta cuenta la promoción de la primera temporada), ‘The Walking Dead’ ha cumplido todas y cada una de sus promesas publicitarias. El arranque de la séptima temporada ha sido uno de los mejores capítulos de toda la serie, pero también se ha puesto la medalla de ser el episodio más violento hasta la fecha. Narrativamente claustrofóbico, reinventa su propia esencia con un guión diferente que se atreve incluso a hacer un lacrimógeno flashforward (el primero de la serie). Un episodio maravillosamente construido que da el pistoletazo de salida a lo que parece ser una nueva etapa más violenta, sangrienta y voraz.
Más allá del cebo promocional de su(s) primera(s) víctima(s), ‘The Day Will Come When You Won’t Be’ (7×01) es una presentación magistral de Negan. Sólo 45 minutos de metraje para coronarse como el mejor villano hasta la fecha, dejando al Gobernador como una hermanita de la caridad. Episodio en el que por primera vez Rick cae al fango más absoluto, y de la mano cae la supervivencia del resto de supervivientes de Alexandria. La debacle más absoluta en un mundo en el que los zombis se convierten en mero atrezo en una historia encharcada de sangre y perforada por el miedo.
Un episodio lleno de tensión que no sólo nos da una primera víctima, sino que segundos después nos da una segunda cuando todavía estamos con la boca abierta por la brutal muerte de Abraham. La escena de la muerte de Glenn es quizá lo más gore que he visto en la pequeña pantalla en muchos años. Ese ojo saliendo, esa cabeza abierta y esas palabras ahogadas por la sangre. Escenas visualmente muy agresivas que reinventan por completo el tono de ‘The Walking Dead’ abriendo el camino a una nueva etapa.
Pero quizá con lo que mejor han jugado el capítulo ha sido con esa “mano derecha” presente desde el inicio del capítulo. Negan lo usa para referirse a Simon, disparando la alarma de los espectadores que sabemos que en los cómics Rick pierde la mano derecha en una brutal escena a manos del Gobernador. ¿Sería éste el momento en el que la perdería en la serie? Al final ha sido que no, pero lo han llevado hasta el límite más absoluto de marcar a Carl y obligar a Rick a cortarle el brazo a su hijo. Un giro de guión perfecto de la serie respecto al cómic que al final no se ha materializado, pero que nos ha dejado sin respiración a todos.
Una narración subjetiva que pone al espectador tras los ojos de Rick, con esos planos cortos a su mirada, empañada por las gotas de sudor. Episodio en el que el espectador está tan acorralado como sus protagonistas y en el que nada, absolutamente nada, se puede prever. La mente de Negan es un misterio y lo que puede llegar a hacer con su “bate vampiro” aún más. ‘The Day Will Come When You Won’t Be’ construye un panorama violento imprevisible que funciona a la perfección.
El arranque de la séptima temporada ha sido lo más alto que ha apuntado ‘The Walking Dead’ desde su inicio y no le podía haber salido mejor. Ahora hay que ver cómo se plantea la temporada, porque los inevitables bajones de la serie serán aún más hirientes cuando nos han dado un arranque así de sobrecogedor. Todo ha cambiado y esto es sólo el principio. El que era el mandamás ahora es sólo un lacayo obligado a servir a un villano. Lacayo que intentará derrocar a ese malvado que se autoproclamado su dueño.
Sea cual sea el resultado final de la temporada, ‘The Day Will Come When You Won’t Be’ es y seguirá siendo uno de los mejores episodios de ‘The Walking Dead’. Pero cuidado, que por mucho que brille el capítulo esta no es la esencia de la serie, y si se pasa al lado gore habrá muchos seguidores fieles que se bajen del carro.