[Nota: 3]
Sí, yo también lo creo, el capítulo de esta semana de ‘The Walking Dead’ no es que haya sido malo, ha sido una auténtica estafa. Casi cuarenta y dos minutos de nuestras vidas tirados a la basura viendo un episodio en el que no ha pasado absolutamente nada. Venga, vale, no voy a faltar a la verdad y ser exagerado, ha pasado una cosa: Shiva ha muerto. Eso sí, su defunción habrá ocupado minuto y medio de metraje, el resto han sido disparos, carreras, disparos, y más carreras.
Debería existir un órgano internacional en el que se pudieran denunciar tomaduras de pelo tan descomunales como ‘Some Guy’ (8×04). Lo peor de todo es que la serie de AMC nos está enseñando su peor cara cuando la audiencia ya se ha cansado de aguantar, cuando cada semana son más los seguidores que se bajan del barco cansados de esta gran estafa zombi. En esta crítica voy a divagar sobre el capítulo de la semana. Pero no esperéis mucha chicha, porque discurrir de la nada es tarea de filósofos, y a mi nunca me embelesó la filosofía.
Esta semana ‘The Walking Dead’ nos ha tenido dando vueltas con Ezhekiel y Carol en su ataque fallido a uno de los centros de apoyo armamentístico de Negan. El ataque al equipo del Rey con sus consiguientes bajas ha destronado psicológicamente al hombre más feliz y entusiasta del universo zombi. Esa confianza ciega que le ha movido los tres primeros capítulos se desvanece en cuanto se derrama sangre de su equipo. Un episodio que ha vuelto a demostrar la unidad y la seguridad de todos los enemigos de Negan en su misión. Jerry sigue defendiéndole con su vida y Ezekiel queda ileso del primer ataque porque un grupo de sus seguidores le cubren para que no resulte herido.
El único soplo de esperanza que sufre Ezekiel en todo el capítulo es cuando aparece Shiva a su rescate, pero las fuerzas se desvanecen tan pronto como llegan cuando es devorada por los zombis frente a los ojos de su amo. La historia de Ezekiel ha intentado adquirir una mayor profundidad con esos flashbacks tan innecesarios como vacíos. Es de los pocos personajes que los guionistas se han molestado en construir con detalle, no hacía falta más para entender el cambio que sufriría en este capítulo.
Si la trama de Ezekiel es olvidable, pese a que es en la única en la que podemos decir que pasa algo, nada que decir de la de Carol, que no sólo es irrelevante sino que también es ridícula en muchos momentos. Pero quien se lleva la palma en ridículo es esa escena metida con calzador en medio del capítulo en la que Daryl y Rick persiguen a un camión de los seguidores de Negan. Parecía una escena sacada de una comedia absurda estadounidense que de una serie dramática postapocalíptica.
Doscientas balas impactan en la furgoneta de Rick pero ni una llega a rozar el parabrisas. Y la regla de la supervivencia número uno: no atropelles a zombis no vaya a ser que se manche el capó de sangre. Pero lo mejor de todo es cómo Rick se pone a la altura de su enemigo, salta de un vehículo a otro como quien entra en el supermercado, se deshace de él, luego se despeña y sale ileso casi sin despeinarse. Para hacer el ridículo de esta forma era mejor que Rick y Daryl no hubieran salido en este episodio. Total, si han sido capaces de rellenar el resto sin contar nada no les habría costado rellenar tres minutos más.
A Ezekiel se le han acabado las sonrisas, pero a los espectadores de ‘The Walking Dead’ también. El capítulo de la semana pasada volvió a marcar mínimo de temporada con 8,52 millones de espectadores (en la séptima temporada el tercer capítulo tuvo 11,72 millones de espectadores). Que acabe esto pronto.