[NOTA: 6]
La séptima temporada de ‘The Walking Dead’ rompe su buena racha con ‘Go Getters’ (7×05), un capítulo que se queda en un intento descafeinado de dolor y venganza que no alcanza las expectativas sobre el duelo interno de Maggie. Se han guardado esta carta durante tres episodios y cuando ha llegado ha resultado ser una historia bastante insulsa y que en momentos a sonado a repetitiva: los secuaces de Negan visitan uno de los grupos de supervivientes para marcar el terreno y dejar claro quién manda. Fórmula que funcionó muy bien en Alexandria, pero que en Hilltop ha sido aburrida. Ni Maggie ha conseguido levantar un guión facilón y sin pretensiones.
Queríamos reencontrarnos con una Maggie destrozada y hundida, sí. Pero sobre todo con una Maggie sedienta de venganza. Y para nuestra sorpresa no nos hemos encontrado con ninguna de las dos. ‘The Walking Dead’ vuelve a Hilltop para retomar la trama de Maggie y Sasha, acogidas en un poblado “amigo” cuyo conformismo les ha convertido en un rival tan débil que ni Negan se molesta en ir en persona. Para eso tiene al sarcástico de Simon, el verdadero protagonista de este capítulo (junto a Paul “Jesus”) que pone a sus pies al insulso de Gregory.
Hilltop tiene tan poca voz que se permite tener a un líder cuya filosofía es no buscarse problemas, caiga quien caiga de por medio. Así Negan les da la importancia relativa que merecen y los controla en la distancia. Pero el control de Hilltop está a punto de cambiar gracias a Paul, que tiene todo el valor que le falta a Gregory. Esto se dibuja como la antesala de esa unión con Alexandria y El Reino para derrotar a Negan a lo largo de la temporada.
Maggie ha quedado deslucida por Simon, Paul y Sasha. El personaje que se vendía como protagonista del capítulo ha sido al final el telón de fondo de lo que ha pasado en Hilltop. Al final la sed de venganza está en Sasha y en Paul, que son los que levantan el episodio dando un tirón a la trama hacia ese enfrentamiento anhelado. Maggie está ahora centrada en aceptar lo ocurrido, sin dejar de luchar si hay que hacerlo y sin poner como prioridad su embarazo. No hace falta un reloj (¿ni un niño?) para recordar a Glenn eternamente.
Si hay algo de lo que adolece esta temporada de ‘The Walking Dead’ es que con Negan al frente los zombis han pasado a no tener papel. Para ello cada semana se inventan una trama secundaria en la que se vayan de expedición, o dan algún giro sin mucha coherencia pero que justifique que aparezcan los zombis. En el capítulo de esta semana ha sido ese ataque nocturno a Hilltop, un giro narrativamente innecesario sobre un grupo de supervivientes que no han mostrado rebeldía alguna y cuyo líder es capaz de entregar a Maggie y a Sasha antes que buscarse problemas. Pero sin ese giro no habríamos visto casi ningún zombi.
La trama secundaria de esta semana, la expedición de Enid y Carl, ha sido el mayor pegote de lo que llevamos de temporada. Un romance juvenil sobre patines en un mundo plagado de zombis que no le interesa ni a ellos mismos. Sin embargo Carl salva la trama con su última escena de polizón mismo camión en el que se ha colado Paul para descubrir el paradero de Negan. Muy buen punto al que se podía haber llegado sin aburrir a la audiencia con amoríos adolescentes.
‘The Walking Dead’ ha bajado un par de marchas esta semana, pero pese a ello sigue manteniendo esa unidad que le da el que toda y cada una de las tramas acabe moviéndose en dirección a Negan. Un capítulo que podemos salvarle si le calificamos como “de transición” que, aunque no cumpla sus expectativas, en los cuatro últimos minutos mueve varias fichas que prometen dar mucho juego.