‘Fear The Walking Dead’ ha dejado claro esta semana que ante todo es una serie de personajes. ‘Not Fade Away’ (1×04) no nos ha mostrado ni un solo zombi, lo más sangriento que hemos visto han sido simples muertos en la carretera y ha sido pasados 30 minutos de episodio. Esta semana la amenaza no han sido los zombis sino los militares que han tomado control de lo que queda de civilización. Nuestros protagonistas están recluidos en un una zona aislada por los soldados donde intentan seguir con sus vidas, alimentándose de las (falsas) esperanzas que les transmiten los militares. Pero un pequeño reflejo repetido en una casa dada por muerta hará que lo que la realidad que están vendiendo los militares sea silenciosamente cuestionada. Los que se han proclamado salvadores podrían ser el mayor enemigo de los que han escapado de los zombis. La verdad está ahí fuera.
Con un arranque muy efectivo, ‘Not Fade Away’ sitúa a los personajes tras un pequeño salto temporal en el que a casa de la familia Clark ha quedado aislada en un destacamento dominado por las autoridades militares. Un oasis de humanidad rodeado de muerte y destrucción. Pero una señal de vida fuera de sus vallas demostrará que el nuevo mundo no es realmente como los soldados cuentan y que nuestros protagonistas están vendidos ante una autoridad impasible. La tozudez de Christopher llevará Madison a explorar el exterior, descubriendo que los militares han acabado con la vida de todo aquel que se ha interpuesto en su camino, infectados o no, y que cualquier día podrían ser ellos los aniquilados.
Como contrapunto a la valentía de Travis y Daniel, ‘Fear The Walking Dead’ nos presentado a Doug, un hombre que el día que repartieron valentía en su ciudad estaba de vacaciones. No todo el mundo tiene en su ADN el gen de la supervivencia, por suerte nuestros protagonistas sí. Personajes como Doug hacen que el poder de los soldados sea aún mayor. Gente que no les cuestiona, que no rompe las reglas, que no tiene curiosidad por qué estará pasando más allá de lo que alcanza su vista. Este juego de supervivencia es sólo para valientes.
Aunque en la sombra hasta el final, Nicholas nos ha dejado sin duda la mejor escena del capítulo oculto bajo una cama acallando su mono. Daniel ha vuelto a darnos una semana más una lección de vida hablando sobre la maldad y el miedo. Junto a su esposa, Daniel es el único personaje de la serie que ya ha puesto a prueba su poder de supervivencia. El único que ha visto amenazada su seguridad en algún momento y el único al que no le han dado todo hecho. Griselda también conoce el sabor de la injusticia y la amenaza, aunque de otro tipo que la de Daniel. No olvidemos que son dos personajes nacidos en El Salvador y que se mudaron a Estados Unidos una vez casados para emprender una nueva vida.
La armonía y seguridad de este particular destacamento (esto es un oasis de civilización como lo es Alexandria o lo fue Woodbury en ‘The Walking Dead’) se rompe cuando los soldados se llevan a Elizhabeth, Nicholas y Griselda a un hospital cercano para “cuidarlos”. Los guionistas nos han hecho dudar suficiente de los militares este capítulo como para saber que algo esconde ese precipitado movimiento. Está claro que no quieren tener a nadie que tenga cualquier tipo de anomalía, aunque sea una pequeña cojera. El grupo se vuelve a separar.
Seis capítulos no dan para repetirse. Esta semana han cambiado las reglas del juego, sabemos nuestros supervivientes tienen una amenaza exterior y un enemigo en sus propias calles. Ahora queda saber si es mejor seguir las reglas de unos dictadores desalmados o si buscar la supervivencia por cuenta propia pero manchándose de sangre. ‘Fear The Walking Dead’ sigue con muy buen pie.