Muchas fueron las voces que criticaron que al piloto de ‘Fear The Walking Dead’ le faltaba sangre, zombis y sobre todo apocalipsis. Quejas que han quedado más que silenciadas con un segundo capítulo (1×02 ‘So Close, Yet So Far’) que le da la mano a las reglas clásicas del género para dar el verdadero pistoletazo de salida a la invasión y el caos. Un episodio muy buen construido y muy bien llevado que sin embrago cae en manos de convencionalismos. Pese a que el piloto prometió alejarse de las incontables ficciones ya vistas sobre zombis, la segunda entrega baja un nivel las expectativas de un producto diferente.
Expectativas a un lado, es innegable que el segundo episodio de ‘Fear The Walking Dead’ funciona tan bien como el primero y que sigue lejos de lo que es ‘The Walking Dead’. Aunque todavía hay gente que sigue pensando que lo que ocurre en la ciudad no es más que una gripe muy agresiva, el caos ha estallado y la lucha por la supervivencia ha comenzado. Dejar a Matt solo en su casa consumido por la fiebre es el primer acto verdadero de supervivencia de los protagonistas. La primera decisión consciente en la que la vida de los demás se relativiza al ver amenazada la propia.
Pese a que en el arranque del capítulo los caminos de los personajes están a punto de cruzarse, se separarán rápidamente para crear dos grupos a los que seguir. Dos familias cuya misión será llegar al desierto para alejarse de la amenaza que está naciendo en las calles de Los Ángeles. Una misión que no deben poder cumplir, o al menos fácilmente. En cuanto la historia salga de la ciudad y los tengamos pululando por el campo las diferencias con ‘The Walking Dead’ serán pocas.
Nicholas vuelve a ser, una semana más, el personaje con la historia menos manida y con más personalidad. Es cierto que roba pocos minutos pero los que acapara levantan el episodio. Ha conseguido incluso que el personaje de Alicia tenga sentido en la trama y que la veamos capaz de enfrentarse a un apocalipsis zombi, o al menos de intentarlo. El que sigue inquietando tanto o más que en el primer capítulo es Tobias, ese estudiante mofletudo lleno de acné que da más miedo que cualquier zombi hambriento.
La expedición de Madison al colegio consigue lo que busca, crear tensión, aunque con algunos giros totalmente prescindibles. Ninguna madre en su sano juicio se pone a recoger comida enlatada cuando tiene a su hijo con convulsiones en casa. Pillado con los pelos. Con o sin comida, la visita al colegio nos deja la primera muerte en manos de Madison reventando la cabeza de Art con un extintor. La primera cabeza zombi que se escucha reventar en la serie y el primer personaje que se mancha la ropa de sangre.
Los dos grupos quedan al final del capítulo encerrados, escuchando por las ventanas cómo la ciudad cae poco a poco y la muerte engulle a la vida. Sintiendo lo mismo que sintió Rick en ‘The Walking Dead’ cuando Morgan y su hijo le acogen tras despertar de su coma. El equilibrio ya se ha roto, la lucha por la supervivencia ha comenzado y ahora sólo queda ver cuánto se quieren manchar las manos los guionistas de ‘Fear The Walking Dead’. La serie funciona, pero no puede conformarse con lo fácil como ha hecho el segundo capítulo.