Hablaba hace tiempo con una amiga que rodar una serie de éxito tiene que ser muy duro para las parejas reales de los actores. Tú imagínate que un día llega a casa tu novia artista y te dice: “Voy a tener un lío en la serie. Lo va a interpretar Yotuel Romero. Mañana he quedado para ensayar nuestra primera escena en las duchas del vestuario”. Sólo le falta añadir: “comienza a cavar una tumba que este es el fin de nuestra relación”.
Además, compartíamos la opinión de que tiene que ser muy difícil no caer en la trampa de una persona que conoces dentro de una historia romántica. Todo es obra del guión, sí, pero lo que al final cuenta es que durante meses, y si la serie tiene éxito durante años, esa persona te lleva a cenar, recibe disparos que iban dirigidos a ti, te pide matrimonio en el Empire State o rechaza el amor de una prostituta de Las Vegas porque tú le haces más feliz. “Ted se arriesga por mi y me roba una trompa azul”, acabaría alguna diciendo en casa a su marido.
No se puede subestimar el poder del romanticismo seriéfilo. Quién le iba a decir al novio de Verónica Sánchez, Eva en ‘Los Serrano’, que su bella amada se iba a ir con Fran Perea. Son hermanastros, catalana y madrileño, es imposible, decía leyendo el guión. Sin duda no conocía el poder del ‘Uno más uno son siete’ cantado al oído.
Si esto termina así en una historia de barrio que resultó ser un sueño, era imparable el romance entre la Gossip Girl Serena y su enamorado Dan, de Brooklyn, que acabaron enredados también al otro lado de la pantalla. Y como ellos, Anna Paquin y Stephen Moyer (‘True Blood’), Kat Dennings y Nick Zano (‘2 Broke Girls’) o Emily VanCamp y Josh Bowman (‘Revenge).
Incluso cuando parece que la llama ya se ha apagado, y las parejas de los actores respiran tranquilas, el fuego se reaviva, como les pasó a Ashton Kutcher y Mila Kunis, que se reencontraron décadas después de rodar ‘Aquellos maravillosos 70’. Demi Moore, Ashton no se marchó porque te pusieras sanguijuelas en la cara cada mañana para quitarte las arrugas, ni porque siempre estuvieras comiendo alfalfa para no engordar. Es que nadie puede luchar contra el romanticismo seriéfilo.
Yo pronostico que este problema se acabará convirtiendo en una plaga, porque cada vez hay más series en la parrilla. Entre las posibles soluciones que veo está la de dejar de hacer escenas románticas. Todas las series deberán ser de corte infantil o de terror. Sin contar con ‘The Walking Dead’, porque que te salven de un zombie siempre enamora.
O también podrían ayudar los creadores con personajes poco deseables, como Antonio de ‘Cuéntame’. La convivencia con el del barrio de San Genaro es imposible, todo el día quejándose, todo el día ‘me cago en la leche’ y sin personalidad. O imaginaros saliendo con Carrie (‘Homeland’), intentando que no le de un brote y que se levante por la noche a investigar si ese vecino del coche azul que siempre aparca en el mismo sitio es un soldado reclutado por el Estado Islámico.
¿No desearíais entonces volver a casa cada día y abrazar a vuestro amor?