[ UK | 2013-2017 | ITV | 3T, 8 capítulos de 50 minutos | NOTA: 7,5]
Primera Temporada + Segunda Temporada
La despedida de ‘Broadchurch’ ha sido de esas que duelen, sobre todo cuando lo hace demostrando que hay ideas todavía para más recorrido. Esta nueva fórmula de caso por temporada, sin olvidarse de ningún protagonista original, ha funcionado a la perfección. Es cierto que la primera temporada sigue estando en un pedestal que no han logrado alcanzar en las dos entregas siguientes, pero aún así sigue siendo uno de los formatos británicos dramáticos mejores del momento. Una temporada que se ha metido en temas tan delicados como la violación, pero que han tratado con un respeto magnífico, construyendo una denuncia subyacente narrativamente perfecta.
‘Broadchurch’ se despide definitivamente demostrando que domina a la perfección el género, a la vez que deja claro que es ahora cuando más cómoda se siente jugando con su pareja protagonista. Se podría decir que Alec Hardy se humaniza en esta última entrega, rompe el cascarón de ese mundo encorsetado y triste para intentar disfrutar de los pequeños claros de sol. Lo intenta sin descanso, aunque esa túnica rancia que le ha caracterizado siempre no desaparece por completo. Y gran parte de este cambio es mérito de Ellie Miller, su querido polo opuesto que el destino puso en su camino para hacerle ver que la vida no todo es blanco o negro.
En la tercera temporada de ‘Broadchurch’ la relación entre ambos va tan fluida que es uno de los mayores ganchos de los capítulos. Se conocen tanto que ya tienen permiso hasta de reírse de las debilidades del otro. Es el inicio de una gran amistad. Una amistad que siempre chocará, pero que ha encontrado su equilibrio, su lugar. Magnífica la escena final del último capítulo en la que cada uno se va en una dirección. Fieles a su esencia. Fieles a lo que han sido. Y también fieles también a lo que el espectador imagina que serán.
LOS LATIMER
Reconozco que cuando entraron en escena de nuevo los Latimer me chirrió, parecía innecesario. Pero según va avanzando la temporada su papel encaja perfectamente, y demuestran que todavía tenían algo que contar sobre ellos. Un último suspiro de agonía por parte de Mark, un nuevo comienzo de Beth, y sobre todo un mensaje claro de fondo: hay heridas que nunca cierran pero con las que te acostumbras a vivir. Lo que parecía innecesario a priori al final acaba siendo un estupendo punto y final a la historia original de ‘Broadchurch’, un “desenlace” que siendo puristas podíamos haber pasado sin él, pero que al final se disfruta tanto como el caso de la temporada.
En esta temporada final, ‘Broadchurch’ no se ha olvidado de ninguno de los personajes protagonistas iniciales. No sólo los Latimer, sino que también nos cuenta el último capítulo de la periodista Carolyn Pickles y del reverendo Paul Coates. Nuevos caminos para ambos. Nuevas metas. De todas las historias, quizá la que resulta menos fluida es la del reverendo, es la menos justificada. Pero la de Carolyn, aunque sea mínima, hace una estupenda reflexión sobre la ética periodística (reflexión que lleva haciendo su personaje desde el comienzo de la serie) y sobre cómo las tecnologías han cambiando la comunicación. Cada uno de los personajes originales se ganan sus minutos en pantalla en esta entrega.
[Spoilers a partir de aquí]
TRISH WINTERMAN
El caso de la temporada, la violación de Trish Winterman, funciona a la perfección siguiendo las reglas más clásicas del género. Al más puro estilo Agatha Christie, todo ocurre en una fiesta, y la temporada dará vuelta sobre los invitados sospechosos de poder haber realizado tal acto. Un ir y venir de sospechosos que al final acaba recayendo en dos jóvenes, un desenlace nada casual cuando estamos hablando de una serie cuyas os primeras temporadas se centró en el asesinato de un niño. ‘Broadchurch’ da la vuelta a la tortilla poniendo como acusado a alguien joven, igual que la víctima en el caso anterior. La interpretación de Julie Hesmondhalgh es magnífica.
En la narración del caso, además de la crítica subyacente contra el abuso hacia la mujer, se hace una reflexión magnífica del salto generacional. La hija de Trish juega un papel clave en cómo afrontar la situación. Organiza una concentración de mujeres en defensa de sus derechos, algo que para la víctima sería impensable a priori. Un grito de fuerza que defiende la libertad de expresión, la igualdad, la defensa de los derechos… La tercera temporada de ‘Broadchurch’ tiene más mensajes ocultos que a la vista.
UN ‘BROADCHURCH’ MODERNO
La tercera temporada de ‘Broadchurch’ nos ofrece una serie más moderna que las anteriores. Una trama en la que entra de por medio el espionaje, la pornografía, la informática, las redes sociales, el periodismo electrónico… Un salto generacional también narrativo, que no impide que se mantenga la esencia de siempre. Porque lo bueno que tienen los dramas policiales es que el género se puede mantener puro lo adornemos como lo adornemos. En este caso se ha intentando actualizar un poco el contexto, pero manteniendo la esencia de forma intacta. Estamos ante una serie brillantemente clásica y, aunque se modernice, seguirá siendo clásica, como exige el género.
Se despide así uno de los grandes dramas criminales británicos de los últimos años. Una ficción cuya primera temporada la convirtió en inmortal, y cuya última ha dejado claro que en formato de temporadas independientes habría funcionado muchas temporadas más. Porque Hardy y Miller aún tienen mucho que contar, y según está el mundo de la televisión a día de hoy, nunca se sabe si en unos años alguien decidirá rescatar a esta peculiar pareja de policías para contarnos nuevos casos. Si esto pasara aquí tenéis a un fiel seguidor que volvería a la serie sin dudarlo ni un instante.