Por fin ha llegado el final que no se atrevieron a darnos ocho capítulos atrás. Si cogemos la segunda mitad de este capítulo y la ponemos en la season finale de la tercera temporada la serie no respiraría tan agotada como lo hace ahora y nuestra pasión por ‘The Walking Dead’ no estaría por los suelos. Se empeñaron en alargar la vida de un personaje que ya no daba más de sí sin ser capaces de prever que la jugada iba a salir mal. Nos entretuvieron en la cárcel con una gripe mortal (que luego se solucionó sin percance alguno) sólo para hacer tiempo hasta la llegada del Gobernador y así comerse mitad de temporada sin tener que estrujarse los sesos. Un movimiento torpe que se ha saldado con ocho capítulos que se resumen en lo siguiente: Rick obliga a Carol a abandonar el grupo, Michonne mata al Gobernador, Hershel muere. Fin.
En ‘The Walking Dead’ son expertos en esmerarse en las (mid) season finales confiados en que la audiencia seguirá ahí a la vuelta. Y cuando quieren hacen auténticas maravillas. Pero están jugando con fuego y algún día esta fórmula les dejará de funcionar. Contarnos finalmente el final que pedía la tercera temporada y cargarse a Hershel no es un acto de valentía que nos haga olvidar los dos capítulos anteriores del gobernador. Como tampoco nos hace olvidar que hemos visto mil historias de relleno cuando tramas muy potentes como la de la gripe, las ratas en la valla o el mensaje en la radio del coche se han quedado en nada (confío en que al menos lo de las ratas lo retomen en la segunda mitad de la temporada). Olvidando lo que podía hacer a la serie grande y centrándose en lo fácil y repetitivo.
Pero centrémonos en el capítulo que nos ocupa. Hay que hacer un gran esfuerzo imaginativo inicial para creernos que el Gobernador en sólo un capítulo llegó a un nuevo campamento, se hizo con la confianza de todos, mató al cabecilla, se proclamó líder él mismo y después les llevó a una guerra contra un grupo que no conocían. Sin sentido alguno pero al menos nos lleva al punto que queríamos: que se desatara la esperada guerra, que muriera el Gobernador y que la serie pudiera seguir sin lastres absurdos. Pero se habían guardado un as en la manga: los rehenes de Michonne y Hershel.
Está claro que los guionistas no están muy lúcidos. Nos han hecho tragarnos dos espisodios sobre el Gobernador en los que no pasa nada y se permiten el lujo de no enseñarnos cómo son capturados Michonne y Hershel en el capítulo anterior (4×07). Habría sido un cliffhanger en condiciones y no lo que hicieron, reutilizar el del último episodio de la cárcel (4×05). Un camino tortuoso para el espectador pero que finalmente nos ha llevado a la esperada lucha, a la separación del grupo de Rick y a la caída de la cárcel.
Tanto tiempo esperando el momento en el que Rick le dijera a Daryl lo de Cárol y al final ha pasado sin pena ni gloria por el capítulo sin ninguna reacción digna de mención. Y la reacción de Tyreese ni siquiera la llegamos a ver poque casualmente empieza el ataque del Gobernador a la cárcel en el momento en que se lo van a decir. Sobre la merte de Hershel poco que decir, tenía que morir alguien, daba igual quien fuera. Nada de valiente tiene matar a un personaje prescindible.
El enfrentamiento nos permite ver cómo Rick sigue defendiendo esa democracia que tanto le costó instaurar. Cree en ella hasta tal punto de invitar al Gobernador a compartir la cárcel. También nos deja ver cómo Carl desata su ira a escopetazo limpio (ya va siendo hora de que saquen el niño sin escrúpulos que lleva dentro) y cómo las niñas discípulas de Carol hacen también lo propio disparando. Ya se acabaron los miramientos de la segunda temporada para hacer que los niños disparen. Las reglas del juego cambiaron hace tiempo.
El capítulo nos da algunas imágenes para recordar: la cara del Gobernador llena de sangre tras matar a Hershel, el escudo zombi de Daryl, la lucha entre Philip y Rick o Michonne matando al que hasta ahora era su mayor enemigo. Pero si hay una imagen que supera a todas es la que cierra el capítulo y que está calcada de los cómics: Carl llevando a su padre con la cárcel quemándose de fondo. Ésta imagen marca el inicio de un nuevo camino, de una nueva etapa con el grupo dividido, de nuevos retos y nuevos personajes. Pero eso no será hasta el nueve de febrero de 2014. Por ahora dejamos atrás casi ocho capítulos enteros para echar al saco en el que descansa la segunda temporada en nuestra memoria.