Tras un arranque de temporada impecable, ‘The Walking Dead’ tropieza en su quinta entrega con un episodio que deja todo el peso de la trama sobre personajes secundarios y que, para más inri, sigue sin esclarecer lo sucedido con Glenn. ‘Now’ (6×05) ha contado cómo el último ataque a Alexandria ha cambiado la percepción de la supervivencia a sus habitantes. Un cambio que nos llevan contando casi desde que Rick y los suyos fueron rescatados por Aaron en la segunda mitad de la quinta temporada. Un episodio prescindible cuyo mayor error ha sido confiar ciegamente en que la expectación sobre el futuro de Glenn va a hacer que la audiencia acepte cualquier cosa hasta que lleguen las respuestas.

Muchos seguidores de ‘The Walking Dead’ criticaron la pasada semana ese parón narrativo que alargó innecesariamente el misterio de Glenn. Un truco de los guionistas que al menos hicieron con uno de los personajes más emblemáticos de la serie y que sirvió para el desarrollo del personaje de Morgan. Pero que ‘Now’ no haya dado respuestas a lo que le ha pasado a Glenn no tiene justificación alguna. A nadie le interesa lo que le pueda ocurrir a Denise, profundizar más en su torpeza o en su orientación sexual es perder el tiempo. Denise pasa a hacer compañía a Gabriel en el grupo de personajes odiosos que merecen sufrir una muerte lenta y dolorosa.

Si algo se salva entre la morralla de ‘Now’ la salida desesperada de Maggie con Aaron para buscar a Glenn. Un intento fallido de encontrar respuestas que nos destapa un embarazo que será clave para el dramatismo con el que la joven afrontará la muerte del coreano. El embarazo deja todavía más clara la muerte de su personaje. Nos lo arrebatan pero nos dejarán un retoño que siempre nos recordará a él. Con Lori funcionó y Judith cada vez está más rolliza.

Sorprende la frialdad con la que Maggie para la búsqueda de Glenn. Una mujer que desde que apareció en la serie en la segunda temporada ha dicho adiós a absolutamente todos sus seres queridos. Una mujer cansada de sufrir que ya no necesita ver para creer. Si el destino lo quiere y Glenn no ha muerto la encontrará, igual que lo hizo antes de llegar a Terminus en la cuarta temporada. Eso no quita a que por dentro llore a mares, pero ahora es momento de preocuparse por su hijo, por ella. Volvemos a la supervivencia individual de esta temporada.

La otra protagonista del episodio ha sido Deanna, que nos deja la mejor escena del episodio matando impulsivamente a un zombi. Momento clave no por lo sangriento del acto sino por el cambio radical de ver el mundo. Su sueño, su quimera de crear una civilización desde cero se ha caído y ya de nada valen los miramientos. Se ha caído el imperio que tanto le costó levantar. Ha llegado el momento de luchar por su supervivencia y hacerlo a las órdenes de Rick. Deanna no es líder para un mundo como éste, no puede liderar pero sí luchar. Hasta Spencer pierde el miedo a las amenazas.

Más allá de las tramas de Deanna y Maggie nada de salva. Ni siquiera ese beso tórrido de Jessie y Rick puesto para los espectadores más románticos. La trama de Carl acaba siendo otro pegote que, por ahora, sólo vale para regodearnos en el peinado del joven. Un capítulo sin chicha alguna que rompe aún más la fuerza narrativa que el misterioso destino de Glenn dejó dos capítulos atrás. Ahora sólo nos queda cruzar los dedos para que la próxima semana volvamos a ver a los incondicionales de Rick y que vuelva el ritmo con el que arrancó la temporada.